Afianza tu Fe en Su Sacrificio

Publicado en 04 22, 2014 | Publicado bajo 2014, confianza, fe, Oración, Sacrificio

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? -Romanos 8:32

Estamos celebrando la semana Santa. En ella recordamos el sacrificio de Jesús por todos nosotros. Aunque el mensaje de la cruz es una historia de más de dos mil años, está vigente hoy y seguirá vigente por los siglos.

La sangre del cordero de Dios inmolado sigue fluyendo ante el trono de Dios como si fuera hoy que estuviera sucediendo este acontecimiento. Esa preciosa sangre derramada por el hijo de Dios fue, es y será por siempre poderosa para limpiar cualquier pecado, limpiar toda mente, todo corazón, y llevar a todo hombre, a toda mujer a una nueva vida en Cristo.

No tenemos palabras suficientes para poder expresar el sufrimiento de Jesús antes y durante las seis horas de agonía en esa Cruz. El profeta Isaías nos dice en su libro: “no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos…

Varón de dolores experimentado en quebranto.” (Isaías 53:2-3) Su rostro estaba desfigurado por los golpes, arrancaron su barba, le pusieron una corona de espinas en su cabeza, los latigazos surcaron su espalda y en medio de su sufrimiento enmudeció y no abrió su boca.

Cuando recordamos lo que Él hizo nos damos cuenta de la magnitud del sacrificio, nos damos cuenta del amor de Jesús por nosotros. El Padre sabía lo que iba a sufrir su único Hijo; Sabía el padecimiento, el dolor que su unigénito siendo inocente iba a padecer, y no lo reusó, si no que lo entregó por amor a nosotros. Frente a este hecho, frente a esta verdad, frente a este amor surge una interrogante ¿Debo dudar de que mi petición será contestada? ¿Debo temer? ¿Debo preocuparme o entristecerme pensando que no hay solución a mis problemas?

La respuesta a nuestra interrogante no las da el apóstol Pablo en Romanos 8:32: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”

Mi querida hermana, medita en esto y reflexiona en medio de tu aflicción: Si el Padre dio lo más valioso que Él poseía, su único Hijo, si dejó que sufriera llevando en Él todo nuestros pecados, todas nuestras enfermedades, todas nuestras rebeliones ¿nos dejará solos ahora ? ¿Cerrará sus oídos a nuestro clamor? Seguro que no. La Biblia dice en el Salmo 34:17 “Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias.”

Que en esta semana tu fe pueda afianzarse, que la tormenta que está agitando tu corazón se calme y puedas oír en tu interior resonar esa dulce promesa: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” ¡Amén!

En Cristo,

Dámaris Yrion