Tú Clamor Él Oirá.

Publicado en 03 24, 2015 | Publicado bajo 2015, Comunion con Dios, confianza, fe, gozo, perseverancia, pruebas, refugio

“Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias.” Salmo 34:6

En la vida de un creyente hay muchas situaciones que lo pueden llenar de temor. En el día a día pueden surgir dificultades, problemas, y conflictos de índoles diferentes que nos pueden llegar a aterrar.

David escribió este Salmo 34 después de haber pasado por uno de esos momentos de temor. La Biblia nos cuenta que estando él huyendo de Saúl fue a refugiarse en Gat tierra de los filisteos, y oyendo que le habían dicho a Aquis rey de Gat de su presencia en aquel lugar, tuvo miedo y comenzó a fingirse loco. (1 Samuel 21:13-15) La vida de David estaba en peligro, y en su angustia clamó a Jehová, y en el verso 6 él declara: “Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias.”

Todo ser humano ante el peligro de la muerte, de perder su familia, de una enfermedad, de perder sus bienes, desfallece de temor y miedo. Porque ante la incertidumbre el corazón del hombre se estremece al mirar su impotencia para salir de la situación que lo acongoja.

David como cualquier otro hombre, al verse atrapado entre los filisteos, entendió que el peligro era grande y el temor invadió su mente y corazón. Pero el miedo no lo paralizó, sino que lo hizo correr a Aquel quien era poderoso para librarlo de la muerte, y en el verso 4 David testifica: “Busqué a Jehová, y Él me oyó, y me libró de todos mis temores.” El salmista conocía el amparo, la protección, el abrigo que es Jehová el Dios Poderoso de Israel. El entendía que este Dios no se duerme ni se adormece, él estaba seguro que los ojos de Jehová están sobre los justos, y sus oídos están atentos al clamor de ellos. (34:15)

Cuando entendemos que sus ojos nos miran, podemos sentir la dulce mirada de nuestro Señor, cuando conocemos que sus oídos nos oyen podemos entonces refugiarnos en ese castillo fuerte que es nuestro Dios. No hay otro refugio para el alma atribulada, no hay otro ayudador más grande que nuestro Dios. Es maravilloso saber que podemos clamar a Él y Él nos oye, y no solo nos oye, sino que también se apresurará a socorrernos para librarnos de nuestra aflicción.

David estaba tan convencido de la bondad de Dios que en el verso 8 el dice: “Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él.” Este verbo “gustad” se refiere a saborear algo mediante el sentido del gusto físico, pero también puede referirse al discernimiento o sea la capacidad de elegir, decidir o deleitarse de las cosas buenas.

David nos recomienda, nos exhorta a confiar en Dios, a probad su bondad, su fidelidad, su poder en medio de cualquier aflicción por la que podamos estar pasando. El Salmo 34:19 nos dice con mucha certeza: “Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová.”

Querida hermana, puede ser que hoy te encuentres frente a un callejón sin salida y tienes miedo. Puede ser que estés frente a alguna amenaza, o frente a un diagnostico médico que te oprime el corazón y te asusta. ¡No temas! recuerda, tu clamor Él oirá. ¡Amén!