Muchas veces nos acostumbramos a buscar a Dios de una forma rutinaria o por religiosidad. En otras ocasiones le buscamos por necesidad, porque queremos que nos conteste nuestras peticiones, que nos sane, o que supla nuestras necesidades.
Al no tener respuesta nos desanimamos, murmuramos, nos entristecemos, pensamos que Dios no nos oye, o que se ha olvidado de nosotros.
Sí ponemos atención a la promesa dada por Dios en Jeremías 29:13, nos damos cuenta que Dios nos dice: “Yme buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.” Sí usted ve, hay un requerimiento para encontrar al Señor cuando le buscamos, y este es, buscarlo de corazón. Sí le buscas por un ritualismo, por miedo a que te castigue, por religiosidad, o por recibir lo que quieres tener, no lo vas a encontrar. Solo lo encontrarás sí le buscas por amor a él, por quien él es, para adorarlo y bendecir su Santo Nombre.
Dios no quiere que la motivación de nosotros para orar solamente sea para pedir por nuestras necesidades. Claro está que, él quiere suplir nuestras necesidades y desea que le contemos todo en oración. No obstante, él quiere que deseemos tener comunión con él, que vengamos a su encuentro con un corazón lleno de amor y gratitud por habernos salvado. Él quiere que le adoremos, que le demos acciones de gracias por todas sus bondades.
Así que, sí sientes que Dios no te oye, que no lo puedes encontrar, acuérdate que el va a venir a tu encuentro cuando le busques de todo tu corazón. ¡Amén!
]]>La Biblia nos cuenta el regreso de Noemí a Belén, su ciudad natal. Ella se había ido de allí con su esposo e hijos, y ahora, después de tanto tiempo, regresaba sin nada, llena de amargura y dolor.
Al llegar a Belén, sus vecinas, y todos los que la conocían estaban sorprendidos de verla envejecida y amargada y decían: ¿No es esta Noemí? La amargura en el corazón es algo que no se puede esconder, ella se trasborda a lo físico, y las actitudes amargas de una persona se dejan ver a distancia.
El dolor y el quebranto que pueden llegar inesperadamente, pueden amargar el corazón, pueden agriar el comportamiento y el carácter de una persona. Así estaba Noemí, y conforme al cambio que se había obrado en su vida les pide que no la llamen por su antiguo nombre, sino con otro que concuerde mejor a su estado actual.
El nombre de Noemí significa: dulce, placentera, amable. Por esta razón, cuando ella oyó que la llamaban por su nombre, le protesto diciendo: “No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso.”
Si ponemos atención a las palabras de Noemí, encontramos en ellas una gran enseñanza de fe; pues, aunque Noemí confiesa que Dios la había llenado de amargura, no obstante, no murmura ni se revela contra él, sino que se somete a sus inescrutables designios.
Esta fe inquebrantable en el Todopoderoso aun en sus momentos de dolor le trajo nuevamente la alegría. Por tanto, no dejes que la amargura te aparte de Dios, no dejes que lo que no entiendes te robe la fe, pues la fe en Dios trae grande galardón. ¡Amén!]]>
Esta parábola es muy conocida, la hemos oído muchas veces en mensajes de evangelización, ilustrando al pecador yendo al Padre para ser perdonado. Sin embargo, también nos ilustra la condición en que se encuentra la mente cuando una persona en rebeldía desobedece los mandamientos del Señor.
La Biblia nos relata que el hijo pródigo se cansó de tener una vida de hogar, y salió para vivir su vida de acuerdo a sus deseos. La mente de este joven quedó atada por el pecado, y no se daba cuenta que estaba cayendo cada vez más bajo. Entonces, cuando el dinero se acabó, después de despilfarrarlo en sus noches de pecado, se encontró en la miseria, ya no tenía amigos, ya no tenía casa, y vagando hambriento llegó a desear comer la comida que se les daba a los puercos.
Este joven no se daba cuenta de su condición. La Biblia literalmente nos dice que estaba fuera de sí, porque en el versículo 17 nos dice: “Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!”
El pecado enmohece la razón, inutiliza la mente para ver con claridad. La Palabra nos dice que cuando este joven reaccionó pudo decir: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti y ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.”
Sí tú has caído en desobediencia y sientes que tu mente está abatida, deprimida y desesperada por tu rebeldía, y no ves la salida de tu situación: ¡Reacciona! ¡Vuelve al Padre! Él te libertará, te llenará de gozo y te mostrará su salvación. ¡Amén!
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En este proverbio se nos da la idea de construir una casa, un hogar, la familia; y se da énfasis en que la edificación sea hecha con sabiduría: dejando establecido con ello, que lo que estamos edificando tiene mucho valor e importancia para Dios.
En el libro de Proverbios la sabiduría representa a Cristo. Por lo tanto, es obvio que se nos deja en claro que el Señor Jesús debe ser el perito arquitecto de la obra que estemos edificando. Entonces, con Cristo dirigiéndonos en la edificación de nuestro hogar, tendremos como manual de construcción la Palabra de Dios; dejando por sentado que nuestro trabajo será estable, duradero, de acuerdo al plan divino, sin errores ni equivocación.
El presidente Abraham Lincoln dijo: “La fortaleza de una nación radica, en los hogares de los ciudadanos.”
Mucha razón tenía el presidente Lincoln cuando dijo estas sabias palabras: porque sí en el hogar no se enseña disciplina, respeto, obediencia, y amor por el país, no crecerán nunca buenos ciudadanos.
De igual modo, sí en el hogar no se enseña disciplina, respeto, obediencia, y amor a Dios, la iglesia nunca tendrá buenos cristianos.
El llamado que tenemos aquí, es de edificar un hogar sólido para el Señor Jesucristo. Edificar un hogar con bases sólidas sementadas en la Palabra, que pueda no solo dar buenos ciudadanos, sino dar nuevos miembros a la iglesia de Cristo. ¡Amén!
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“Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.” Mateo 25:13
Jesús comenzó a describir a sus oyentes como sería el momento cuando El regresaría por su pueblo. Usando como ilustración la parábola de las diez vírgenes.
Sí ponemos atención a esta parábola, nos damos cuenta que es el retrato hablado de la iglesia de Cristo hoy día. Las diez vírgenes representan la iglesia en general. Las cinco vírgenes prudentes y las cinco vírgenes insensatas representan la condición de la iglesia de hoy.
Las vírgenes insensatas tenían sus lámparas igual que las otras, pero había una diferencia, no se abastecieron de más aceite. Ellas no procuraron buscar más, ellas se conformaron con lo que tenían en sus lámparas sin pensar que al usar sus lámparas el aceite se iría quemando hasta gastarse y apagarse.
El aceite es símbolo del Espíritu Santo. Por tanto, la comparación que podemos ver entre las vírgenes insensatas y la iglesia es esta: Muchos creyentes de la iglesia de Cristo se han conformado a este mundo, no renovando sus mentes con la Palabra de Dios, ni han buscado ser llenos cada día con la unción del Espíritu Santo. Sus lámparas espirituales están con el aceite viejo, quemado, a punto de consumirse totalmente, y siguiendo las corrientes del mundo no pueden discernir lo que es de Dios, y han aceptado con buen agrado lo que el mundo dice.
Al contrario de estas vírgenes insensatas, las cinco vírgenes apercibidas representan al verdadero Pueblo de Dios, a la Iglesia de Cristo, comprada y redimida con la sangre del Cordero de Dios. Este pueblo se deleita cada día buscando ser llenos y dirigidos por el Espíritu Santo, buscan a Dios con hambre y sed de su Palabra; y huyen de todo aquello que los puedan contaminar y separar de Cristo. Sus lámparas están constantemente encendidas, y cada día se abastecen del aceite que viene desde el trono de Dios.
La pregunta es: ¿En cuál de estos dos grupos estas tú? Recuerda que Jesús dijo: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.” ¡Amén!
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Muchas personas piensan que la Biblia es aburrida, otros creen que está ultra pasada para los tiempos en que vivimos. Algunos se ríen alegando que cuando se disponen a leerla les da sueño y se duermen, otros confiesan no entenderla.
Contrario a todos estos conceptos que muchos tienen sobre la Palabra de Dios, para el salmista David la ley de Jehová era más deseable que el oro y dulce como la miel que destila del panal. El describe la Ley de Jehová como perfecta, fiel, sencilla, que puede convertir el alma del ser humano. Explícitamente nos dice que los mandamientos de Jehová son rectos, puros, que alumbran los ojos y alegran el corazón; nos advierte que sus juicios son verdad y justos y que el temor de Jehová es limpio y permanece para siempre.
David conocía que solamente la ley de Jehová era capaz de amonestarlo a guardar sus mandamientos para no resbalar y mantener su vida integra delante de Dios, porque siendo un hombre en alta posición, siendo el rey de Israel, podría ensoberbecerse, perder la humildad y rebelarse así contra el Todo Poderoso.
Es la Palabra de Dios la que puede mantenerte humilde. Es la Palabra de Dios la que puede hacerte entender tus errores y librarte de caer. Entonces, no dejes pasar más tiempo y dale prioridad a la Palabra, deja que ella te dirija, conociendo que guardar los mandamientos del Señor tiene grande galardón.
Por tanto, comienza a estudiar, decídete a conocer más Su Palabra, medita en ella, teniendo presente que: “La Ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.” ¡Amén!
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En muchas ocaciones oramos y oramos y parece que Dios no nos escucha. Es muy desalentador no tener respuesta aparente de Aquél quien es nuestro pronto socorro en las aflicciones de la vida.
La frustración de no tener palabra alguna tocante a nuestro caso nos lleva prontamente a pensar que Dios no nos ha escuchado, y lo que es peor, somos inclinado a pensar que Él no se interesa de nuestra situacion.
El salmista David había tenido una clara experiencia del pronto socorro de Dios y el testifica diciendonos: “ Claman los justos y Jehová los oye, y los libra de todas sus angustias.” él estaba seguro de esto, porque lo había experimentado en su propia vida.
David se encontraba en tierra de los fiisteos, tierra de los enemigos de Israel, con quienes él se había enfrentado, e incluso, había matado a unos de sus grades guerreros, Goliat. Por esta causa él corria peligro de muerte. Fue entonces cuando buscó el socorro de su Dios. Así mismo él lo narra en el verso 4 cuando dice: “Busqué a Jehová, y el me oyó, y me libró de todos mis temores.”
El salmista estaba seguro que Jehová le había oido, y ya no tenía temor. El sigue diciendo en los versiculos 5-6 “Los que miraron a él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados. Este pobre clamó y le oyó Jehová y lo libró de todas sus angustias.”
El Pastor Maltbie D. Babcoock quien fuera un preminente predicador en el siglo XIX dijo estas palabras: “ Háblale, porque Él te oye. Él está más cerca de ti, que tu aliento y tus manos y tus pies.”
No dudes de la presencia de Dios en tu vida y en medio tus problemas, aunque no escuches su voz, aunque no sientas su presencia, Él está a tu lado. Espera en silencio y veras. Como dijo el salmista: tus ojos seran alumbrados y y veras las cosas como Dios las ve, resueltas. No temas porque no seras avergonzado al confiar en Él.
Recuerda: Claman los justos y Jehová los oye, y los libra de todas sus angustias. ¡Amén!
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El diablo siempre trata de presentarse delante de nuestros ojos como un gigante que puede con sus tentaciones llevarnos de vuelta a vivir nuevamente en el pecado. sin embargo, esto es una de sus maniobras mentirosas que él quiere hacernos creer, porque la Biblia nos confirma: que todo el que ha recibido a Cristo, y ha nacido de nuevo no practica el pecado.
No estamos diciendo que el creyente no peca, porque mientras estemos en la carne y en este mundo podemos pecar con una acción, un pensamiento, etc. Lo que la Biblia nos enseña es: que el creyente nacido de nuevo no practica el pecado, porque fue sellado por el Espíritu de Dios y por lo tanto, la simiente de Dios mora dentro de él.
Si la simiente divina está dentro de nosotros, entonces no podemos practicar el pecado como un estilo de vida habitual, sino que por la simiente de Dios que está en nosotros nos guardamos de pecar y el maligno no nos puede tocar.
Mahatma Gandhi dijo: "Nadie me puede hacer daño sin mi permiso"
Este hombre, aunque no era cristiano dijo una gran verdad. Solo con tu permiso el diablo te puede dañar. Sí tu mantienes una linda y hermosa relación con Dios, orando, leyendo su Palabra, creyéndola y caminando en fe, jamás el diablo se te podrá acercar para dañarte. En cambio, sí tu comienzas a dejar de un lado tu comunión con Dios, podrás caer en la trampa de sus tentaciones y sin darte cuenta abrirle la puerta para que te conduzca a pecar.
Podemos decir entonces que, si caminamos en proporción a la simiente que ha sido implantada en nosotros, jamás, el príncipe de este mundo nos podrá dañar. ¡Amén!
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Un problema que tenemos nosotros los seres humanos, es querer hacer siempre nuestra voluntad. Y esa osadía de querer hacer siempre lo que queremos, como lo queremos, y cuando lo queremos, nos acarrea dificultades.
Ahora en Cristo debemos aprender que el querer hacer siempre nuestra voluntad ya no funciona más. Él nos compró con su sangre y ahora somos de Él; y por lo tanto, debemos someternos siempre a Su voluntad.
Jesús nos dio el ejemplo a seguir. Como hombre Él sabía el horror que iba a sufrir, y en oración le pidió al Padre que de ser posible le dejara fuera de esta copa de dolor, pero aun en esta agonía, Él dijo: pero no se haga mi voluntad sino la tuya.
Muchas personas se agarran a su voluntad y no la quieren soltar porque ellos creen, que es esa la mejor manera para hacer lo que ellos han planeado. Olvidan, que Dios tiene una mejor visión del futuro, y con esta ventaja puede asegurarse lo que va a ser mejor para nosotros.
Esta temeridad de no querer someter la voluntad a Dios ocasiona que el diablo tenga luz verde para entrar en acción y robar la respuesta a nuestras oraciones.
Entonces, seamos sabios y sigamos las pisadas del Maestro, digamos: Padre, no se haga mi voluntad sino la tuya. ¡Amén!
]]>La amagura es un mal que hay que conbatir poniendo mucha atención para que no entre en el corazón. Éste dañíno veneno aparece cuando permitimos que algun sentimiento de pena, desconsuelo, ahogo, disgusto o descilución embargue nuestro ser. El resentimiento contra alguna persona o por algún fracaso, puede ser el canal por donde entre la amargura.
Debemos de estar consientes que un corazón herido es vulnerable para caer preso de la amargura. El recuerdo de las heridas pasadas o presentes puede llenarlo de rencor, atizando a su paso la raíz de la amagura para que penetre hasta lo más profundo del corazón.
Este proceso maligno se desarrolla del mismo modo que vemos desarrollarse una planta en un jardín. La planta en su proceso de crecimiento echa sus raíces por debajo de la tierra hasta estar bien arraigada, así mismo, cuando permitimos que la amargura entre, ella crece hacia el interior de la persona enraizando su maligna raíz en el alma.
El autor del Libro de los Hebreos nos alerta y nos dice en 12;15: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados…”.
La amargura nos contamina y nos aleja de Dios. Pues un corazón lleno de desconsuelo, desilución, dolor, y rencor no puede tener comunión con Dios, más bien, el mismo corazón rechaza la cercanía de Dios al culparlo de su tragedia. Por consiguiente, un corazón enraizado en la amargura pueden rechazar la gracia de Dios, osea el regalo no merecido que obtuvimos con el sacrificio de Cristo en la cruz.
Por esta causa, es necesario revisar nuestro corazón diariamente a la luz de la Palabra de Dios, para detectar sí algún dolor ensombrece nuestro ser y de esta manera desacernos de todo asedio de pecado que pueda contaminarnos llevandonos cautivo a la amargura.
No dejes que nada te aleje de la gracia de Dios, dile ¡no! a la amargura. ¡Amén!
]]>Es muy común oír que personas que han subido de posición se olviden de los favores recibidos y, por esta razón, no siempre pagan recíprocamente a quien los ayudó. Un viejo refrán muy acertadamente dice: “Con las glorias se olvidan las memorias.”
Sin embargo, el olvidarse de los beneficios recibidos de parte de Dios es unos de los peores errores que podemos cometer. Es menester que en nuestra mente esté siempre presente de donde nos rescató el Señor. Como nos perdonó limpiándonos con su sangre de nuestros pecados, y como con un horrendo sacrificio nos redimió. Es extremadamente necesario que nosotros tengamos presente en nuestra mente que Cristo recibió castigo para darnos paz, y que por su llaga nosotros fuimos sanados.
Cada día de nuestra vida nosotros estamos recibiendo beneficios del Señor; solo el aire que nos permite respirar es un gran beneficio que recibimos para poder vivir. Es necesario recordar todos los beneficios recibidos para poder tener una fe poderosa frente a los diferentes desafíos que puedan venir a nuestras vidas.
El diablo siempre vendrá con sus mentiras para que tu creas que estás solo y que Dios te abandonó. Es en ese momento de prueba cuando el Espíritu Santo trae a tu memoria los beneficios recibidos. Entonces, cuando tú ves lo que Dios hizo por ti en el pasado, tu fe se fortalece y la seguridad te invade y, puedes mantener la paz sabiendo que lo que Dios hizo en el pasado lo hará en el presente, y también en el futuro; porque la Palabra nos dice que Él no cambia, Él es el mismo ayer hoy y por lo siglos. (Hebreos 13:8)
Por tanto, en medio de tu aflicción ¡No olvides sus beneficios! El mismo Dios que te ayudó en el pasado te ayudará hoy también. ¡Amén!
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El Salmo 1 es uno de los Salmos más hermosos de la Biblia, e incluye en su contenido una gran enseñanza sobre la prosperidad del justo.
El salmista abre este escrito diciendo: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en caminos de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.”
Tanto en hebreo como en griego este término bienaventurado significa bendito o feliz. También el diccionario de la lengua española nos dice que bienaventurado significa afortunado, feliz.
El salmo implica usando este término de bienaventurado a la bendición que tiene un hombre o una mujer que saben escoger bien sus amistades, pues éstas pueden influir grandemente para el futuro y la prosperidad de ellos mismos. Y que además no pierden su tiempo en futilidades, sino que ponen su delicia, o deleite en meditar en la palabra de Dios.
No debemos confundir meditar con meditación. Meditación es la palabra que las personas usan cuando están ejerciendo un ejercicio mental para encontrar paz o algo parecido por ellos mismos.
Meditar en cambio, viene de la palabra medita, en hebreo “hagah”, y significa: Reflexionar; murmurar; cavilar; meditar o contemplar algo mientras se repiten las palabras.
El salmista enseña que el que medita en la Palabra se arraiga en ella como un árbol frondoso arraiga sus raíces por dentro de la tierra para absorber los ricos minerales que la tierra le ofrece para dar su fruto en su tiempo y, estar vigorosos y frondosos sin que sus hojas se caigan. Un árbol frondoso y fructífero es símbolo de prosperidad.
Por lo que podemos decir: que la prosperidad del creyente viene cuando el creyente se deleita leyendo la Palabra, meditando en ella, absorbiendo y practicando lo que ella enseña. Al meditar nos llenaremos de fe y, arraigados en fe podemos creer cada una de las promesas de Dios.
Por lo tanto, no lo dudes porque está escrito: el que medita en la Palabra prosperará. ¡Amén!
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Es asombroso como el hombre en su afan de borrar a Dios de su vida, trata de aferrarse a teorias que contradigan la total y maravillosa existencia de Dios.
La Biblia nos dice que solo al mirar los cielos este cuenta la gloria de Dios. Solo al mirar el firmamento vemos el anuncio de la obra de sus manos, la obra creadora de Dios, que con una adsoluta perfeccion hizo todo lo que existe.
Mirando la creación, no vemos que hay lenguaje ni palabras articuladas en ello, sin embargo, su voz se deja ver en la presicion de los hechos. Un día emite palabra a tro día, y una noche a otra noche declara sabiduría; aunque en silencio, por toda la tierra se oye su voz, y hasta el extremo del mundo llegan sus palabras al solo contemplar la hermosura de su impresionante Poder.
La tierra gira sobre un eje imaginario al rededor del sol, la mayor de las lumbreras, y las Escrituras nos cuentan que este sale y se alegra cual gigante para correr el camino. De un extremo de los cielos es su salida, y su curso hasta el termino de ellos, y nada hay que se esconda de su calor.
En el Salmo 19 vemos: que por más que el hombre quiera ignorar a Dios, la naturaleza misma revela su innegable existencia. El apóstol Pablo dijo en el libro de Romanos que el hombre puede conocer a Dios solo mirando la creación, pues la perfección de ella nos sugiere que fue diseñada por un perito arquitecto con una sabiduría sin límites.
Por tanto, decir que el universo surgió de la nada es insensatez, pues los cielos son una impresionante evidencia que su diseñador es un portentoso Creador. Su extraordinario diseño nadie jamas lo podra superar. Ese es nuestro gran Dios. ¡Amén!
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Días atrás mi hija Kathryn vino a la cocina donde yo estaba, me abrazó y me dijo: _Mami, yo quiero ser como tú. Aunque sus palabras me emocionaron y dieron alegría y felicidad a mi corazón, también me hicieron reflexionar sobre la importancia de dar ejemplo.
El apóstol Pablo claramente le dice a Timoteo que fuera ejemplo. Ejemplo en conducta, amor, espíritu, fe y pureza. No podemos hablarles a nuestros familiares, vecinos, compañeros de trabajos del amor de Dios, si nuestro testimonio es reprobado.
Una vez conocí a una familia que, aunque se proclamaban ser buenos cristianos, no obstante, su testimonio dejaba mucho que desear. En su casa, eran déspotas, gritones, mal hablados y violentos; todos sus hijos estaban en el mundo y no querían saber nada de Dios por el ejemplo que habían tenido en su casa.
No hay mejor mensaje que el que se predica con el ejemplo. Un buen testimonio habla más que mil palabras.
Usted puede pasarse la vida enseñando a sus hijos, no obstante, si su enseñanza no está acompañada de su ejemplo de nada le va a servir hablarle. Los niños son como una esponja que absorbe el agua, por tanto, ellos hacen más lo que ven hacer, que lo que le dicen que haga.
Usted puede hablar del amor de Cristo cada día a su vecino o compañero de trabajo, pero si su predicación no va respaldada con su ejemplo, su mensaje se lo llevará el viento. Porque, ¿Cómo puedo uno hablar del amor de Dios si vive en enemistades? O ¿cómo puede hablar de respeto si se tiene reputación de peleonero? ¿cómo puede hablar de fe si es un incrédulo?
No se olvide que hemos sido llamados a ser imitadores de Cristo. Tenemos que seguir sus pisadas, tenemos que vivir de acuerdo a lo que la Palabra nos dice. No importa la edad que usted tenga, usted es llamado a ser ejemplo. Por tanto, seamos ejemplo a los creyentes y a los no creyentes en conducta, amor, espíritu, fe y pureza. ¡Amén!
]]>Meditando en este pasaje, el Espíritu Santo me hizo ver lo importante que es el papel de los padres en la familia cristiana. Muchas veces podemos oír decir esto, sin embargo, no nos percatamos la magnitud del alcance que logran los padres al forjar un carácter cristiano en sus hijos. Esta tarea de plantar la semilla de fe en el corazón de un niño es de suma importancia, sin darte cuenta estás forjando instrumentos valiosos en las manos de Dios.
En cuestión de minutos recordé mi niñez. Aunque el tiempo ha transcurrido, pude acordarme claramente las enseñanzas de mis padres. Mi padre fue un hombre de Dios y, aunque era de pocas palabras era de mucha oración. Mi mamá, aunque no tenía un ministerio público de enseñanza, me enseñó los principios bíblicos para caminar agradando a Dios. Desde muy pequeña me enseñó a nunca negar al Señor. Creciendo en medio de enseñanzas ateítas, donde decir que se creía en Dios era un escándalo, era un hecho que enfrentaría problemas. Parada en frente de todos en la clase, entre burlas y risas para avergonzarme, venían a mi mente las palabras de mi mamá diciendo: _ Hija, nunca niegues al Señor.
Esta enseñanza fue la herencia más apreciada que recibí, una herencia de fe, fe en el Señor Jesucristo.
El apóstol Pablo nos muestra con claridad en este pasaje la importancia de enseñar la fe en nuestro Señor Jesucristo a nuestros hijos. Si usted pone atención, el apóstol alaba la fe del joven Timoteo, recordando que éste la había recibido por la enseñanza de su abuela Loida y su madre Eunice. Estas mujeres cristianas, habían hecho un excelente trabajo, habían preparado a Timoteo para la obra del ministerio, le habían fomentado la fe en nuestro Señor, y ahora era todo un hombre de Dios.
Usted tiene la responsabilidad de pasar la antorcha cristiana para sus hijos. Usted tiene el deber delante del Señor de enseñar a sus hijos la fe en Jesús, debe enseñarlos a amar al Señor y a nunca negarlo. Debe ir guiándolos a través de la Palabra para que sean hombres y mujeres de Dios.
Loida le dio una herencia de fe a su hija Eunice, y esta a su vez se la trasmitió a Timoteo. Mis padres me dejaron la misma herencia de fe, y yo se la he trasmitido a mis hijos, y estoy segura que ellos se la trasmitirán a sus hijos también. Déjales tú también esa herencia de fe a los tuyos. ¡Amén!
]]>Proverbios 18:21
Nunca debemos hablar precipitadamente porque hay poder en las palabras. Debemos ser sabios y poner guarda a nuestra lengua antes de pronunciar alguna palabra torpe que pueda ser de tropiezo para nuestras vidas.
Cuando Jacob salió de la casa de su suegro Labán, y este lo persiguió para recuperar sus ídolos, Jacob se precipitó a pronunciar un juicio de muerte sobre quien encontraran los ídolos, ignorando que estaba profiriendo muerte sobre su mujer Raquel. Ella era quien había hurtado los ídolos de su padre, pero Jacob no lo sabía. No obstante las palabras de muerte que habló Jacob cayeron sobre Raquel y ella murió.
La Biblia nos dice que: “La muerte y la vida están en poder de la lengua…” Este texto nos dice claramente cuán importante son nuestras palabras. Un buen hablar puede producir bienestar, salud y vida a nuestro ser, en cambio, un hablar sin sabiduría ni prudencia puede acarrearnos malestar, muerte y destrucción.
Por esta razón usted debe procurar sazonar siempre sus palabras con la Palabra de Dios, porque ella es espíritu y vida. Nuestra boca debe siempre abrirse con palabras de edificación, debemos proferir siempre bendición y no maldición. Así mismo pronuncie bendición sobre su matrimonio, sus hijos, su familia, y cuide de no hablar palabras negativas y necias que puedan traer maldición sobre los suyos.
Por tanto cuide sus palabras conociendo que las palabras que usted habla tienen poder. Recuerde: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.” ¡Amén!
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Proverbios 16:27-29
Estos tres proverbios tienen un común denominador para los tres tipos de hombre que se mencionan en ellos, este es: perverso. Si usted pone atención el chismoso entra en la misma categoría que el hombre perverso y malo. Para muchos el chisme es un pasa tiempo, algo sin importancia, gracioso, no obstante la Biblia lo describe como pecado. El chisme es un fruto de la carne, pues este proporciona pleitos, enemistades, heridas, resentimientos, aflicción, etc.
Proverbios 16:28 nos dice que: “el chismoso aparta a los mejores amigos.”
El chisme es una práctica que no discrimina, el atinge lo mismo a un hombre o a una mujer, a un viejo o a un joven. Esta mala maña trae vergüenza a quien lo practica, además nadie quiere estar ni hablar frente de un chismoso.
Se cuenta que había en una iglesia una mujer muy chismosa, y todos sentían temor de hablar frente a ella. Un día cuando esta mujer iba caminando para su iglesia antes de llegar, vio una aglomeración de gente en una esquina donde había ocurrido un accidente. Sin perder tiempo corrió para la esquina para enterarse bien de lo sucedido. Había tanta gente en el lugar que no le permitían el paso, por lo que comenzó a decir: _Déjenme pasar, yo soy pariente del que tuvo el accidente. Con este estribillo fue abriéndose paso hasta llegar al lugar de los hechos y entonces, para su sorpresa y vergüenza quien yacía en el suelo era una mula vieja a quien un automóvil había atropellado. ¿Puede usted imaginar la sorpresa y vergüenza de aquella chismosa?
El chisme es un pecado y como tal no agrada a Dios, ni deja crecer a un cristiano en su vida espiritual. Por tanto, si has sucumbido ante este pecado arrepiéntete, y pídele al Señor que te ayude a cambiar, y entonces volverás a gozar de su comunión. ¡Amén!
]]>“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” Juan 15:7
La mayoría de los creyentes oran por sus necesidades y al no recibir contestación a su clamor, se frustran. Para ellos orar significa que Dios les conceda sus pedidos. Y aunque no están errados totalmente, sin embargo, ignoran un requisito importante que se tiene que incluir junto con la oración.
Jesús nos dijo: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” Note, que para que nuestras oraciones tengan respuestas hay dos requisitos que no pueden ser olvidados. Primero Jesús dijo: Si permanecéis en mí. Esto significa entregarse completamente y sin reservas a él, amarle, y servirle con todo el corazón.
Segundo: y si mis Palabras permanecen en vosotros. Este requisito obviamente nos requiere tener un amplio conocimiento de sus promesas, es tener sus Palabras viviendo permanentemente en el corazón.
Muchos creyentes piden y piden pero se olvidan de este requisito que pasa inadvertido para muchos: “Si permanecéis en mi, y mis palabras permanecen en vosotros (entonces) pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” No puedes recibir si antes no estás en comunión con Él, obedeciendo su Palabra. A muchas personas les gusta recibir las bendiciones pero no le gusta obedecer las condiciones. Sin embargo, al cristiano Dios le ha dado grandes promesas pero todas ellas están condicionadas a la obediencia.
Nadie que llamándose cristiano y viva una vida desordenada, y sin tener comprometimiento con Cristo podrá obtener nada del señor. Por tanto, acércate al Señor en plena comunión de fe, llénate de su Palabra y obtendrás la respuesta. ¡Amén!
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1 Juan 5:14-15 dice: “Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.”
Confianza es esa familiaridad, esa intimidad que nos une con la familia, y con amistades. Así mismo cuando el creyente mantiene una intima y cercana relación con Dios, esto producirá familiaridad, amistad que le llevaran a desarrollar una total confianza.
Podemos decir que la confianza se desarrolla en un ámbito de conocimiento. Cuándo usted conoce a una persona y sabe que esta es honesta, entonces puede tenerle confianza. La confianza nos habla de seguridad, es tener certeza que la persona en quien hemos puesto nuestra seguridad no nos va a fallar. De la misma forma cuando conocemos a Dios y, conocemos sus atributos, su fidelidad, bondad, amor, entonces podemos tener confianza en Él, podemos tener la seguridad que no nos va a fallar.
Abraham pudo llevar a su único hijo Isaac al monte Moriah para ofrecerlo en sacrificio, porque tenía la confianza de que Dios aun después de muerto se lo devolvería con vida. El sabía que era la voluntad de Dios que Isaac viviera, porque se lo había prometido y él creía en su fidelidad.
Jocabed, la madre de Moisés pudo colocarlo cuando era un bebito en una canasta en el río Nilo, porque tuvo la confianza que Dios cuidaría de él. Ella creyó con todo su corazón que Dios había oído su oración y por lo tanto el niño estaba salvo.
El apóstol Juan cita dos razones que nos dan seguridad, confianza para esperar la respuesta de nuestras peticiones. El nos dice:
1- Tenemos que pedir en oración solo aquellas peticiones que están en línea con la voluntad de Dios.
2-Tenemos que saber que Dios oye la oración.
Querida hermana, cree que Dios ha oído tu oración, y si tu petición la puedes basar en alguna promesa que Dios haya dado en su Palabra, entonces estas orando conforme a su voluntad. Por lo tanto comienza agradecer porque está escrito: “Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” ¡Amén!
]]>El abatimiento es un sentimiento que nos puede envolver a todos en algún momento de nuestras vidas. La palabra abatir viene de la palabra griega “katabibazo” que se traduce hacer bajar o descender. El abatimiento es esa inquietud en el interior que te hace perder el ánimo, la fuerza o la energía y puede hacer descender tu fe en Dios.
El salmista estaba enfrentando un momento de sed espiritual, él estaba viviendo un momento en el desierto, un momento donde las circunstancias que lo rodeaban eran negativas. En efecto en el versículo 3 el testifica: Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
Las circunstancias adversas producen una inquietud que abaten el alma y entristecen el espíritu. George Mueller dijo: “El principio de la inquietud es el fin de la fe, y el comienzo de la verdadera fe es el fin de la inquietud.”
El salmista sintió esa inquietud en su ser y le pregunta a su alma ¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? En medio de su abatimiento el salmista reacciona, el levanta sus ojos al cielo y dice: “Alma mía Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío”. En otras palabras él dice: ¡Oh alma mía aquiétate! porque yo creo en Dios quien no me va a fallar. ¡Alma mía sosiégate! porque aun voy alabarle por su fidelidad y bondad para mí.
Querida hermana, puede ser que tú estés sedienta en medio del desierto de tu prueba. El abatimiento por las circunstancias que no cambian está haciendo descender tu fe, y el desanimo y la tristeza trituran tu corazón mientras te desases en lágrimas. Toma aliento en la Palabra, reprende tu abatimiento y dile a tu alma: ¡Aquiétate! Y espera en Dios porque aun he de alabarle por su fidelidad. ¡Amén!
]]>1 Pedro 5:6-7
La ansiedad es una agitación del alma, es una angustia, un tormento para el corazón de quienes lo padecen.
Meditando en este versículo encontré que la ansiedad se manifiesta como un reflejo del orgullo del hombre. Si usted pone atención se da cuenta que la ansiedad aparece en la vida de una persona cuando ésta se ve así mismo incapaz de conseguir o resolver algo. Es la impotencia humana frente a la adversidad la que abre la puerta para la ansiedad. Es el orgullo humano revelándose frente a la impotencia de no poder conseguir lo que desea, la que produce esa congoja, esa zozobra interior que no deja tener paz.
El apóstol Pedro comienza diciendo: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;…” Ésta palabra humillaos viene de la palabra griega “tapeinoo” que significa literalmente bajar de montes y collados. En otras palabras el apóstol está diciendo aquí: bájate de la altura donde se encuentra el orgullo o la soberbia que te impulsa hacer las cosas de acuerdo a tu capacidad y fuerza, sin tener en cuenta a Dios. Bájate a un nivel de humildad, para que puedas entregar tus limitaciones, tu incertidumbre y preocupación a Dios y esperar en Él, esperar el tiempo de Dios para ti.
Es en humildad que podemos reconocer cuando nuestro corazón está desbocado en ansiedad, cuando esa desazón, congoja y zozobra están en control de nuestra vida y no nos dejan tener paz. Es humillado ante Dios que podemos entregar en humildad el control de nuestra vida al Señor, para que Él obre de acuerdo a Su voluntad y no a la nuestra. El apóstol Pedro concluye este versículo diciendo: “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.” Pedro nos insta a echar toda la ansiedad, toda esa angustia, toda esa preocupación al Señor; es imperativo que nos deshagamos de ese orgullo de querer hacer las cosas de acuerdo a nuestro pensamiento y en nuestro tiempo. Isaías 55: 8-9 dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.”
La grandeza de nuestro Dios nos maravilla, por tanto, soltemos las amarras que nos atan a querer manejar el rumbo de los acontecimientos que esperamos y confiemos en Él. El conocer que este Dios tan grande tiene cuidado de nosotros nos alienta, nos inunda de alegría y nos ilumina el corazón con fe y esperanza.
Querida hermana cuando estamos en ansiedad no podemos orar con fe y confianza, porque la conmoción que tenemos por dentro es tan grande que no nos deja ver a Dios. Por tanto es necesario echar fuera de nosotros toda esa agitación del alma que hace nula nuestra fe, y decidamos acogernos a Su voluntad, a Su tiempo y esperar en Él. ¡Amén!
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“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Isaías 41:10
Durante la segunda guerra mundial, una joven judía queriendo escapar de Polonia dentro de una jaula de las garras de los nazis, escribió antes de morir en la pared lo siguiente: “Yo creo en el sol aunque no brille. Yo creo en el amor sea que lo sienta o no. Yo creo en Dios aun cuando está en silencio.”
Es en el silencio de Dios donde nos atemorizamos, es en el silencio de Dios donde sentimos que nuestras oraciones no son oídas, es en el silencio de Dios donde el desanimo toca a nuestra puerta y ya no queremos orar. No obstante, es también en el silencio de Dios donde debemos recordar que en la Palabra de Dios encontramos repetidas veces la frase No Temas.
No temas cuando te sientes que no tienes dirección, no temas cuando las finanzas escasean, no temas cuando has perdido tu trabajo, no temas por el diagnostico del doctor, no temas por el comportamiento de tu esposo, no temas por los problemas con tus hijos, ¡no temas! Quizás usted esté diciendo: ¿cómo no voy a temer si estoy desesperada y ya no se qué hacer? ¿Cómo no voy a temer si por más que oro mi situación no cambia y sigo en la misma situación y con los mismos problemas?
Son exactamente en esos momentos cuando atravesamos por en medio de un valle de sombras donde no entendemos nada, donde no oímos la voz de Dios, donde no sabemos para donde dirigirnos ni que puerta tocar, ni que hacer, cuando Dios nos dice: No temas. No temas porque hay una poderosa razón para no temer, no temas, porque Yo estoy contigo. ¡Aleluya!
David escribió en el Salmo 23:4 “Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.”
David conocía esta poderosa razón que tenemos para no temer, él sabía que aunque estuviera atravesando por momentos tan difíciles como la sombra de la muerte, Jehová de los ejércitos el Dios de Israel estaba con él, esto es fe. Además él dice algo interesante, algo de suma importancia para esos momentos de confusión, él dice: que la vara y el cayado de su pastor le infundirían aliento. La vara y el cayado de nuestro pastor es la Palabra de Dios, y en esos tiempos de sequía donde no oímos una palabra de dirección: “ella es consuelo en la aflicción” (Salmo 119:50) Cuando no entendemos lo que está pasando la Palabra nos insta a no temer, nos exhorta a esperar, esperar en fe, enseñándonos que Dios aun en silencio está trabajando a nuestro favor.
Querida hermana, tenemos un Dios grande. Este Dios te está diciendo en medio de tu tormenta: ¡no temas! porque Yo estoy contigo. Por lo tanto, atrévete a decir como la joven judía: Yo creo en Dios aun cuando está en silencio. ¡Amén!
]]>Mirando yo por la ventana y viéndola yerba mala que había salido en el patio de la casa, el Espíritu Santo me trajo este pasaje de la Biblia al pensamiento y me llevó a ver que la cizaña espiritualmente hablando es esa yerba mala que puede surgir de repente y robarnos la bendición.
Poniendo atención vemos que la parábola comienza diciendo que un hombre sembró buena semilla en su campo, en otras palabras podemos decir que Dios sembró buena semilla en el corazón del creyente, sembró la semilla de fe. Pero es interesante notar que dice: “…..pero mientras el hombre dormía vino su enemigo y sembró cizaña” Todos sabemos quién es nuestro enemigo, por lo tanto en esta sentencia podemos encontrar una buena enseñanza para nuestro caminar en fe.
En primer lugar encontramos que el enemigo del creyente viene para sembrar la cizaña en el corazón del hombre que está dormido. El que está caminando en fe no puede dormir, (espiritualmente hablando) no puede quitar sus ojos de Jesús quien es el autor y el consumador de la fe. (Hebreos 12:2) El que está caminando por la fe no puede dejar de orar, la palabra nos insta a orar sin cesar. (1 Tesalonicenses 5:17) El que está esperando en fe no puede dejar de meditar en la Palabra porque ella es la que nos enseña cual es la voluntad de Dios agradable y perfecta y también es la que hará prosperar todo nuestro caminar. (Josué 1:8) El que está esperando por la fe no puede dormirse, tiene que velar.
En segundo lugar encontramos que lo que el enemigo pone en el corazón del creyente es la cizaña. La palabra cizaña significa: discordia, disensión, desavenencia, conflicto, querella, etc. La cizaña que el diablo pone en el corazón del creyente es la incredulidad, la cual trae al corazón del cristiano discordia con las promesas de Dios, trae disensión en el corazón tocante a la veracidad de la Palabra de Dios, trae conflicto entre el creyente y Dios para destruir la fe y separar así al creyente de Dios.
Un refrán popular dice: “Hierba mala nunca muere”. La hierba mala que había brotado en el patio de la casa me afirmaba este viejo refrán, pues me di cuenta al mirarla que aunque ya le había rociado suficiente veneno para matarla, y parecía estar secándose toda, su tallo seguía erguido sin doblarse demostrando resistencia para morir. Entendí entonces que para acabar con ella era necesario arrancarla de raíz. La incredulidad es esa cizaña que muestra resistencia para morir, pues ella trabaja de una manera sutil en la mente del creyente. Por lo tanto, para arrancarla de raíz es necesario llevar cautivo todo su mentiroso argumento a la obediencia a Cristo. (2 Corintios 10: 5)
Es interesante notar que la parábola dice que cuando salió el fruto de lo que se había sembrado, entonces también salió la cizaña. Querida hermana, no te engañes, para que la incredulidad se muestre tiene que haber salido tu fe primero. Por tanto, arranca de raíz la hierba mala que ha brotado en tu corazón y que te impide caminar en fe para lograr tu victoria. ¡Amén!
]]>La opresión diabólica es uno de los problemas más comunes que encontramos en el pueblo de Dios. El creyente no puede ser poseído por demonios porque posesión significa pertenencia y el cristiano es de Cristo. No obstante, si puede el creyente ser oprimido por fuerzas satánicas en su mente, o en su cuerpo trayendo enfermedad.
En Lucas 13:11-16 se nos cuenta la historia de una mujer que por una atadura diabólica estaba encorvada por dieciocho años con una enfermedad que no la dejaba enderezarse.
La opresión viene por causa de alguna atadura que el creyente tenga en su vida. Esta atadura es la puerta para la opresión. Las ataduras se forman por medio de una desobediencia, un pecado no confesado, rencor, desilusión, trauma sicológico, angustia, temor, ansiedad, depresión, baja estima, culpa, preocupación, etc.
Isaías nos dice: “Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti.” Ya fuimos adornadas con esa justicia, Cristo nos vistió con su propia justicia en la Cruz, con su sangre Él pagó para redimirnos de todo peso de pecado, debilidad, tormento, maldición y nos dio su Justicia.
Me gusta mucho como la versión Dios habla hoy expone este versículo de Isaías 54:14, pues nos da un mayor entendimiento al respecto. Dice así: “La justicia te hará fuerte, quedarás libre de opresión y miedo, y el terror no volverá a inquietarte.”
El diablo tratará siempre que nuestros ojos se centren en el problema, pecado o debilidad que nos acongoja, y al poner nuestros ojos allí esto nos debilita y somos engañados por diferentes pensamientos mentirosos que el diablo pone en nuestra mente trayendo la opresión. Debemos recordar que después que vinimos a Cristo ya no nos debemos mirar a nosotros mismos a través de nuestra justicia, pues por nuestra justicia nadie pudiera presentarse a Dios justificado. Más gracias sean dadas a Dios que por su Gracia fuimos nosotros justificados a través de la justicia de Cristo. Así nos mira nuestro Padre celestial y así debemos mirarnos nosotros también; Cristo Jesús es nuestra justificación. 1 Corintios 1:30
Por la justicia de Cristo es que podemos nosotros presentarnos delante del trono de la gracia para hallar el oportuno socorro que necesitemos. La justicia de Cristo nos fortalece para romper toda atadura del diablo, para llevar cautivo todo pensamiento mentirosos a la obediencia a Cristo. Por lo tanto, cierra la puerta para el opresor, si hay pecados que no has confesado hoy es el día aceptable, si tienes heridas emocionales hoy pídele al Espíritu de Dios que las sane; perdona todas las ofensas que te hayan hecho, y reprende todo miedo, ansiedad y tormento, en el Poderoso Nombre de Jesús. Querida hermana, la justicia de Cristo es tu victoria y tu paz. ¡Amén!
]]>Aun cuando en el pasado año hayamos enfrentados vicisitudes, fuegos, tormentas, en medio de muchas pruebas no quiere decir que este año será igual, porque el Dios que estuvo con nosotros en medio de las pruebas, es el que ahora ha provisto un año de bendición para todos.
Después que el pueblo de Israel salió de la esclavitud a que estaban sometidos en Egipto, y transitó por un duro y terrible desierto, Dios les habló por medio de Moisés y les dijo: “La tierra a la cual pasáis para tomarla es tierra de montes y de vegas, que bebe las aguas de la lluvia del cielo; tierra de la cual Jehová tu Dios cuida; siempre están sobre ella los ojos de Jehová tu Dios, desde el principio del año hasta el fin.”
Después de haber enfrentados tantas amargas y crueles batallas con el enemigo en el pasado año, Dios nos dice a nosotros hoy: El año que vas enfrentar, es un año bueno, lleno de bendiciones, donde he de derramar, lluvias de gracias, lluvias de sanidad físicas, espiritual y mental. Derramaré bendiciones, prosperidad ministerial, financieras, sanaré la tierra dañada y habrá reconciliación.
Estimada hermana, entra a poseer las bendiciones de éste nuevo año, declara con tu boca que este es el año donde veras la recompensa de tu perseverancia. No mires la circunstancias que te dirán que todo está igual, mira a Dios que te dice: “Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado.” Joel 2:23-26
Levántate en fe, y comienza a reclamar todo lo que el diablo te ha robado durante todos estos años pasados, ordénale al diablo en el Nombre de Jesús sacar sus manos de todo lo que es tuyo y comienza a proclamar: Restauración para tu matrimonio, restauración familiar, sanidad para tu cuerpo, sanidad para tus emociones y para todo tu corazón herido, prosperidad financiera, y lluvias de refrigerio para tu espíritu. Entra y posee tu tierra, porque el Señor ha dicho: “nunca jamás será mi pueblo avergonzado.” (Joel 2: 26b) ¡Amén!
En ocasiones cuando estamos esperando la respuesta a nuestras oraciones, o que cambie algún problema, o que sean suplidas nuestras necesidades, y no vemos resultados, tenemos la tendencia a pensar que no tenemos fe.
Nos enojamos con Dios, murmuramos, nos deprimimos y dejamos de orar porque pensamos ¿para qué? si al final Dios hace lo que quiere y no se importa de lo que yo estoy pasando.
Esta conducta no es muestra de no tener fe, es muestra de que la fe se ha desarrollado equivocadamente. La fe no se ha establecido en la Palabra, si no que se ha desarrollado oyendo las mentiras del diablo. Cuando usted duda que Dios está obrando en su necesidad, problema o situación esto también es fe, pero fe en la incredulidad y la duda, no fe en Dios.
La fe puede crecer tanto positivamente creyendo las promesas de Dios, como negativamente creyendo las mentiras del diablo. Usted recibe de acuerdo a donde usted haya puesto su fe. Por esta causa Jesús dijo: De acuerdo a tu fe será hecho. (Mateo 9:29)
Aunque no veamos nada, y el silencio de parte de Dios nos aterre, debemos de confiar. Tenemos que aprender que nuestro Dios es un Dios bueno, que oye nuestras oraciones siempre. Dios puede demorar en contestarnos, pero nunca va a negarnos la respuesta. Una oración demorada, no quiere decir que es una oración denegada.
El no entender lo que está pasando no quiere decir que Dios este indiferente a nuestro pedido. Salomón muy sabiamente escribió: “Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.”
Dios es sabio, Sus caminos son más altos que nuestros caminos, Él sabe lo que es mejor para nosotros, y él conoce el mejor tiempo para que recibamos la respuesta a nuestras peticiones.
Querida hermana, no te desalientes, tus oraciones han sido escuchadas. Así como tú no entiendes muchas cosas por lo limitado de nuestra mente humana, tampoco puedes entender lo que Dios hace, y el porqué se ha demorado tu respuesta.
No temas, ten fe, Dios está en control, y la respuesta llegará y te sorprenderás, porque será más abundante de lo que tú habías pedido. (Efesios 3:20) ¡Amén!
]]>Cuantas veces en nuestro caminar nos encontramos con muros altos infranqueables de escalar, que nos hacen desmayar un tanto en nuestra fe, por la imposibilidad que se divisa al contemplar la imponente altura de las circunstancias.
Cuando Josué tomó el mando del liderazgo del pueblo israelita para seguir poseyendo la tierra que Dios les había dado, llegó a Jericó y se encontró con un tremendo obstáculo, la ciudad estaba protegida por un muro alto. Difícil era la tarea de penetrar en aquella ciudad, pues no tenían el mecanismo necesario para echar abajo el muro. Sin embargo aunque ellos no tenían el equipo militar para derribar el muro, Dios les dio una estrategia militar diferente a cualquier estrategia formulada y usada anteriormente en cualquier ejército: les dio el arma de la alabanza.
Los israelitas no entendían quizás la estrategia que Dios les daba, no obstante ellos marcharon en fe, no viendo nada, pero cuando los sacerdotes en obediencia comenzaron a alabar tocando las bocinas y el pueblo comenzó a gritar con júbilo, sucedió lo inimaginable, los muros que les impedía entrar a la ciudad se cayeron, abriéndose el paso para la conquista y el triunfo.
La alabanza que sale de nuestro corazón es una manera de demostrar la fe que tenemos en Él.
Somos muy dados a alabar cuando todo nos va bien, pero en medio de las situaciones difíciles no sentimos deseo de alabar, sin embargo es en esos momentos negros de incertidumbre cuando más es necesaria nuestra alabanza. Pablo y Silas no estaban pasándola bien, ellos estaban encarcelados, pero en medio del dolor de los azotes, en aquella prisión encadenados, alzaron su voz en alabanza a Dios y las cadenas que los aprisionaban fueron rotas. Hechos 16:25-26
La alabanza genuina en medio de situaciones adversas expresa la confianza que tenemos en el cuidado y protección del Señor. El rey Josafat es otro ejemplo de ello. Él salió al encuentro con el enemigo encabezando su ejército con los cantores y músicos alabando a Dios por su protección y cuidado, y los reyes enemigos fueron confundidos y se mataron entre ellos mismos. 2 Crónicas 20:22
La alabanza es un arma poderosa. Cuando tú alabas los muros se caen, cuando tu alabas las cadenas son rotas, cuando tú alabas el enemigo se confunde. Cuando tú alabas el Poder de Dios entra en acción y hay salvación, hay sanidad y liberación.
Querida hermana, quizás tú estás pasando por diferentes pruebas, y aunque has orado y ayunado al parecer nada cambia, ¡prueba la alabanza! Comienza a alabar a Dios primero porque Él es digno de alabanza, porque Él ha oído tu oración, porque ya la ha contestado, porque en Cristo ya tú eres victoriosa y verás caer los muros de contención que rodean tu situación. El profeta Jeremías dijo: “Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza.” (Jeremías 17:14) ¡Amén!
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