“Y en el segundo día, mientras bebían vino, dijo el rey a Ester: ¿Cuál es tu petición, reina Ester, y te será concedida? ¿Cuál es tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, te será otorgada.

Entonces la reina Ester respondió y dijo: Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos, y si al rey place, séame dada mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi demanda.”

-Ester 7:2-3

Ester en su posición de reina, tenía una responsabilidad grande sobre sus hombros, una misión que cumplir, pero habían muchos obstáculos que se atravesaban en el camino que le hacían difícil llevar a cabo la obra encomendada.

Así mismo nosotras como la reina Ester encontramos dificultades, resistencia satánica, oposición que nos hace difícil nuestro trabajo de cuidar nuestra familia. Puede ser que en este mismo momento estés enfrentando situaciones tan duras y difíciles que no sabes que hacer, ni a quién acudir y estas con miedo.

Ester tenía que interceder ante el rey por ella misma y por su pueblo, porque estaban en peligro de muerte, pero había una ley que no le permitía presentarse delante del rey, quien era su esposo, cuando ella quisiera, sino que tenía que esperar el tiempo en que el rey la llamara.

Ester no podía intimidarse frente aquella situación, ni tampoco dejarse vencer por el miedo que le producía la ley del imperio persa, ella no podía darse el lujo de demorarse mucho tiempo sin hablar con el rey, pues el peligro de muerte era eminente. Lo que sí podía hacer Ester, era ir delante de la presencia del Altísimo, del Todopoderoso, y presentar su causa, pedir ayuda y socorro a Aquel quien podía ayudarla. Y así lo hizo.

Dios ayudó a Ester, no solo le abrió la puerta para presentarse al rey sin este haberla llamado, sino que también le dio gracia delante de sus ojos para escucharla y salvarla a ella y a su pueblo de la muerte.

Nosotras tampoco debemos de intimidarnos por los problemas que estemos enfrentando. No debemos dejar que el temor nos pare y nos venza porque la Palabra dice: “que Dios no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio.” 2Timoteo 1:7 Nosotras como reinas del hogar tenemos una misión que cumplir, la misión de proteger nuestra casa de todo ataque del enemigo que quiera dañarla.

Ester no podía presentarse delante del rey cuando ella quisiera o necesitara. Nosotros en cambio tenemos un camino abierto para ir delante del Rey de reyes, ir delante del trono de la Gracia para pedir ayuda y socorro en medio del vendaval que estemos enfrentando. Hebreos 4:16 nos dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”

El rey le preguntó a Ester: “¿Cuál es tu petición, reina Ester, y Te será concedida? ¿Cuál es tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, te será otorgada.” Dios, nuestro Padre, El Todopoderoso te está diciendo ¿cuál es tu petición hija mía?

Querida hermana, piense ahora en esto y tome aliento, si el Rey Asuero estaba dispuesto a darle a Ester lo que ella pidiera, ¿cuánto más nuestro Padre celestial nos dará todo lo que le pidamos?

En Cristo,

Dámaris Yrion