Hay Rosas Entre las Espinas

Publicado en 07 22, 2013 | Publicado bajo 2013, agradecimiento, confianza, fe, gozo en medio de pruebas

“Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y llenó el odre de agua, y dio de beber al muchacho."

-Génesis 21:19

Agar se encontraba en una situación difícil. Ella era la sierva de Sara mujer de Abraham, madre de Ismael, el hijo primogénito de Abraham. Al nacer Isaac, el hijo prometido, el patriarca se vio en la penosa obligación de despedir a Agar con su hijo Ismael, porque no podía heredar el hijo de la esclava con el hijo de la promesa.

Esta mujer se vio sola con su hijo, caminando errante por el desierto de Beerseba. Este desierto es muy caliente, rocoso y árido, con pequeños arbustos que dan un poco de sombra, donde también serpientes y animales silvestres vienen a guarecerse del intenso calor. Al acabársele el agua, Agar concentró su mirada en lo duro y difícil de su situación. Ella dio como echo la muerte de su hijo en aquel macabro escenario y su corazón de madre no podía soportarlo, por lo que dejo al muchacho debajo de un arbusto y se fue a la distancia porque no quería ver la muerte de su hijo.

En medio de la tormenta, en nuestra humanidad, solemos paralizarnos y pensar todo negativo y malo. Solemos solo mirar el encrespado mar, y oímos solamente el ruido ensordecedor del viento huracanado que nos circunda. Nos olvidamos por completo que la Escritura dice en Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”

Agar no podía ver la fuente de agua que estaba delante de sus ojos porque su aflicción se lo impedía. Ella no podía ver la protección del Todopoderoso porque sus ojos estaban puestos en el desierto. Ella no podía ver la bondad de Jehová porque las circunstancias que la rodeaban la cegaban. Agar no se daba cuenta que aunque ella era esclava, y su hijo no era el hijo de la promesa, la protección y el cuidado de Dios estaba sobre ellos para salvarlos por amor a Abraham, porque Ismael era también su descendiente.

Alguien escribió muy acertadamente este pensamiento: “Muchos reclaman de Dios porque puso espinas entre las rosas, pero otros en cambio le alaban, porque puso rosas entre las espinas.” Este gran refrán nos lleva a una tremenda reflexión; no es lo duro de la situación en si por la que estemos pasando la que nos amedrenta, sino la forma en que la enfrentamos, la forma en que vemos las cosas.

El salmista David escribió en el salmo 34:1 “Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca.” En los tiempos más duros y espinosos el salmista experimento poder alabar a Jehová.

¿Cómo estas enfrentando tus problemas? ¿Puedes ver a Dios en medio de ellos? ¿Puedes alabarlo aun en medio de tu tristeza?

Queridas hermanas, dejen que el Espíritu de Dios abra sus ojos espirituales para ver el estanque de agua que refrescara su sed. Jesús es el agua de la vida, tomando de Él tendremos nuevas fuerzas para pelear la batalla de la fe. No miren lo duro de la situación, sino alaben a Dios. Recuerden: que aun entre las espinas, Dios puso rosas. ¡Amén!

En Cristo,

Dámaris Yrion