Enero 2013
Publicado en 01 22, 2013 | Publicado bajo 2013, Entregar nuestras Cargas al Señor, fe, Oración
Partiendo del hecho que reflexión es el acto de considerar algo detenidamente, y teniendo en cuenta que estamos comenzando el año nuevo, debemos meditar como fue nuestra vida en el año que pasó.
Debemos buscar en nuestros recuerdos y considerar si nuestra vida el año pasado brillo a la luz de la Palabra de Dios, y si disfrutamos a cabalidad todas las bendiciones que Dios nos concedió. Si mirando retrospectivamente encontramos que en nuestro transitar tuvimos tropiezo con algunas cosas que nos molestaron y nos impidieron regocijarnos y alegrarnos con nuestro esposo, nuestros hijos, nuestra familia, es hora de hacer un alto y reflexionar.
En nuestro caminar diario, a veces tropezamos con tristezas, desánimo, metas no alcanzadas, limitaciones y muchas cosas más; al fijar nuestros ojos en todos estos percances el desaliento invade nuestra vida y no nos deja ver y disfrutar las bendiciones que diariamente recibimos de nuestro Padre Celestial. Es por eso que la Biblia nos insta a poner nuestros ojos en El, en Jesús el autor y consumador de la fe. (Hebreos 12:2)
En la Biblia en el libro de 1 de Samuel, encontramos la historia de una mujer que vivía agobiada, vivía acongojada por el hecho que era estéril, su nombre es Ana.
La historia nos cuenta que la tristeza que Ana tenía era tan grande que no la dejaba disfrutar de su esposo, y de los bienes materiales que ella podía tener, ya que su esposo le daba la mejor parte de sus ganancias, una doble porción porque la amaba, y la quería compensar por la falta de no tener un hijo.
Además de la pena de ser estéril, Ana tenía su rival, la concubina de su esposo, una mujer de nombre Penina, quien la mortificaba, la torturaba enseñándole a sus hijos porque ella si había podido darle hijos a Elcana esposo de Ana.
La depresión de Ana era tan grande que ella no comía ni bebía solo lloraba por su tragedia. Pero un día Ana reflexiono, y decidió cambiar. Ella se dio cuenta que en esa condición no podía ni quería seguir. Con esta amargura ella no podía ser feliz con su amado esposo.
Entonces tomo acción, ella fue delante del Todo Poderoso, delante de Jehová el Dios de Israel. A sus pies depositó su tristeza, su quebranto, su depresión y creyó que Aquel quien es Poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundante de lo que pedimos o entendemos la había oído. Con esta fe ella regreso a su casa, comió, bebió y no estuvo más triste y junto a su esposo alcanzo la victoria de tener hijos.
Tu también mi querida hermana, así como Ana decídete a quitar todo aquello que pueda estar impidiendo que seas feliz con todo lo que Dios te ha dado. Que puedas disfrutar de tu esposo, tus hijos, tu familia, tu trabajo y ministerio sin ningún estorbo. Como Ana, entrégale tus cargas, tus tristezas al Señor, espera en Él y él hará.
Dámaris Yrion