No Dudando de Sus Promesas.
Publicado en 12 16, 2014 | Publicado bajo 2014, confianza, fe, Oración, paciencia, perseverancia
“Mas el justo por la fe vivirá.” Romanos 1:17
La fe es para el creyente como el aire que respiramos. El cuerpo humano sin aire, sin oxígeno no puede vivir. De igual modo el creyente, el hombre interior creado según el Espíritu de Dios sin fe no puede vivir.
Para agradar a Dios y para acercarnos a Él nosotros tenemos que hacerlo con fe, pues la Palabra nos enseña: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebreos 11:6)
Sin embargo en ocasiones es difícil desarrollar fe. El problema consiste en que la fe no obra por medio de nuestros sentidos, pues nuestros sentidos obran en el mundo físico y la fe en el mundo espiritual. No podemos creer a Dios en la oración si estamos mirando con nuestros sentidos naturales, la fe y los sentidos no se llevan. Nuestros sentidos nos hablan del presente, lo que vemos, tocamos, oímos, según sean las circunstancias que nos rodeen. La fe en cambio mira a Dios, y habla, ve, y confiesa lo que todavía no puede ver con sus sentidos físicos. “Es pues la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1) Fe es creer que las promesas de Dios son verdad, se cumplen, y no tienen un quizás, un tal vez, o un a lo mejor. El apóstol Pablo nos afirma que todas las promesas de Dios son en Él sí y en Él amen.
Un ejemplo de lo que es poseer fe lo tenemos en el patriarca Abraham. La fe de este hombre era una fe solida en Dios. En Romanos 4:17-21 vemos que él creyó a Dios en esperanza contra esperanza. Él no se debilito en su fe mirando su cuerpo que se envejecía cada día y la esterilidad de su esposa Sara. Tampoco dudo de la promesa que Dios le había hecho, sino que antes de ponerse a contemplar todas las circunstancias que le eran adversas, fortalecía su fe, dando gloria a Dios plenamente convencido que era poderoso para hacer todo lo que le había prometido.
Si Abraham hubiera mirado a través de sus sentidos las circunstancias que lo rodeaban jamás hubiera nacido Isaac. Él tuvo que creer con todo su corazón y confesar lo que Dios le había dicho a pesar de lo que él veía. Sus sentidos le gritaban que su cuerpo y el de su esposa estaban viejos, y además su mujer había sido toda su vida estéril, pero su confianza y fe en el Todo Poderoso le decían que Dios nunca falla, que su fidelidad es grande y que su amor y poder son inmensurables.
Querida hermana, quizás tus sentidos te estén vociferando que no hay solución para esa enfermedad, para tus finanzas, para tus negocios, para tus hijos, para tu matrimonio, para tu necesidad. Pero la fe te dice no desistas, Él es fiel, Él lo hará, Dios está en control. Aun cuando todos los caminos parecieran estar cerrados, aun cuando el cielo oscuro no parezca tener estrellas, aun cuando parezca que la esperanza a toda solución tuviera alas como de palomas y volando de ti hayan desaparecido, el Espíritu de Dios te dice: “Mas el justo por la fe vivirá.” ¡Amén!
Por Damaris Yrion.