El chisme fruto de la carne

Publicado en 05 21, 2017 | Publicado bajo Comunion con Dios, Entrega, vida cristiana

“El hombre perverso cava en busca del mal, Y en sus labios hay como llama de fuego.El hombre perverso levanta contienda, Y el chismoso aparta a los mejores amigos.El hombre malo lisonjea a su prójimo, Y le hace andar por camino no bueno.”

Proverbios 16:27-29

Estos tres proverbios tienen un común denominador para los tres tipos de hombre que se mencionan en ellos, este es: perverso. Si usted pone atención el chismoso entra en la misma categoría que el hombre perverso y malo. Para muchos el chisme es un pasa tiempo, algo sin importancia, gracioso, no obstante la Biblia lo describe como pecado. El chisme es un fruto de la carne, pues este proporciona pleitos, enemistades, heridas, resentimientos, aflicción, etc.

Proverbios 16:28 nos dice que: “el chismoso aparta a los mejores amigos.”

El chisme es una práctica que no discrimina, el atinge lo mismo a un hombre o a una mujer, a un viejo o a un joven.  Esta mala maña trae vergüenza a quien lo practica, además nadie quiere estar ni hablar frente de un chismoso.

 Se cuenta que había en una iglesia una mujer muy chismosa, y todos sentían temor de hablar frente a ella. Un día cuando esta mujer iba caminando para su iglesia antes de llegar, vio una aglomeración de gente en una esquina donde había ocurrido un accidente. Sin perder tiempo corrió para la esquina para enterarse bien de lo sucedido. Había tanta gente en el lugar que no le permitían el paso, por lo que comenzó a decir: _Déjenme pasar, yo soy pariente del que tuvo el accidente. Con este estribillo fue abriéndose paso hasta llegar al lugar de los hechos y entonces, para su sorpresa y vergüenza  quien yacía en el suelo era una mula vieja a quien un automóvil había atropellado. ¿Puede usted imaginar la sorpresa y vergüenza de aquella chismosa?

El chisme es un pecado y  como tal no agrada a Dios, ni deja crecer a un cristiano en su vida espiritual. Por tanto,  si has sucumbido ante este pecado arrepiéntete, y pídele al Señor que te ayude a cambiar, y entonces volverás a gozar de su comunión. ¡Amén!